Tuesday, December 30, 2008

Я це люблю! - Ich liebe es! - C'est tout ce que j'aime!

Camaradas, la entrada de hoy está inspirada en hechos reales. Disfrútenla.

Una deliciosa y mortífera comida era cruelmente interrumpida por horrendos gritos. El frío y diluido refresco de máquina, usualmente del sabor equivocado y con una cantidad increíble de hielo cortesía de un empleado incompetente, siempre estaba a punto de chorrearse por culpa del movimiento de los pequeños seres que pululaban por todo el recinto de cardiopatías, hipertensiones y diabetes. Sin olvidar la infaltable mancha de sustancia espesa roja sobre un asiento; todo ha terminado.

El verano pasado noté que en ciudades como Weimar o Frankfurt había un singular diseño de este templo de la arteria tapada, el cuál ofrecía la ventaja de reducir el número de criaturas pequeñas. Al regresar a la Ciudad de la Esperanza, y después de sufrir el desencanto que produce ésta al volver del primer mundo aumentado exponencialmente por el Rey Alcalá, noté con cierta alegría que al fin se iban a dar esas modificaciones aquí.

Gracias al trabajo de investigadores de mercado, arquitectos y constructores, el mágico recinto de las grasas saturadas más cercano a la casa está ahora prácticamente libre de esos seres pequeños que corren entre las mesas. La transformación de un refugio infantil a un negocio con toque starbucksiano ha dado un magnífico resultado en el honorable y admirable escritor de este texto. Después de varios años de desearlo, ya no hay niños en McDonald's.

Desde hace aproximadamente cuatro años la única parroquia del temible imperialismo yankee (¡uy, qué miedo!) que frecuentaba era el ubicado cerca de la plaza central del Distrito Federal. Las reproducciones de obras de Mucha, un pequeño detalle, mejoraban notablemente el ambiente del lugar. Los postres sin filas, la ausencia de infantes y un poco de art nouveau hacían de esta sucursal un magnífico lugar para descansar de un día de vagar por el centro.

El instituto de abdómenes prominentes más cercano al lugar donde se escribe palidecía junto la dependencia del centro histórico. Sin embargo, los cambios recientes han logrado una nueva y favorable opinión. Ya no es necesario asistir a las 22h para comer una hamburguesa sin la molestia que implica el escándalo pueril. De ahora en adelante, cada vez que desee 'carne' y haya dinero podré matarme un poco mientras pienso, entre mordiscos y sorbos, “me encanta”.


Camaradas, una vez terminada la entrada quiero aclarar que las tierras antes arias, hoy turcas, hay muchísimo más cosas que Mcdo's; lugares lindos para visitar. Esperen pronto una nueva entrada, ya he visto la cinta más reciente del "nuevo cine mexicano" y he adquirido "Santa Sangre". Dejen sus comentarios. Buen día.


Sunday, December 21, 2008

Vemos por ti

Camaradas, ya de vacaciones les dejo otra de mis apasionantes entradas. He escuchado últimamente algunos discos más o menos recientes como “We Started Nothing” de The Ting Tings (¿por qué Movistar hizo un anuncio tan repugnante con “Great DJ”?), Death Magnetic de Metallica (Rick Rubin hizo su trabajo bastante bien, Metallica no tanto) y “Chinese Democracy” (Muy recomendable, se nota el trabajo de Buckethead, aunque no creo que le guste mucho a los puristas de Guns N' Roses). Comienza.

He dejado de ver y escuchar noticias, más allá de un zapato volador que intentaba cumplir con los deseos de gran parte de la humanidad no ha pasado nada interesante. ¿Por qué querría ver noticias? No es muy difícil pensar un par de segundos y escribir los titulares de las próximas semanas: “Crisis afectará a la economía nacional, declara diputado”, “Funcionario afirma: México no está en crisis”, “Se encuentran veinte cuerpos decapitados con narcomanta que amenaza al sobrino del vecino que le vende tortillas al profesor de karate del nieto del primo del general de la policía del pueblo de San Insignificante el Genérico, Guerrero”. Olvidaba el más común y divertido “Ahora sí: América”.

Camaradas, lo peor de evitar los panfletos que dan las noticias es que de alguna u otra forma uno termina enterándose de lo que “sucede”. Es, sin duda, alarmante el que aparezcan en tambos de basura cuerpos mutilados con plumas bic. Aunque no es lo que más ha atrapado mi atención últimamente. Comrades, lo que en verdad me tiene impresionado es el posible regreso de nuestra adorada lex talionis. Toma tu evolución Darwin, cada día nos acercamos más al simio (lean De muerte y guerra del buen Segis).

En “El arrancacorazones” Boris Vian muestra a un pueblo con actitudes muy llamativas. Para los que no hayan leído a Vian es algo como lo que pretende mostrar Jodorowsky en El Topo, pero sin ser tan pretencioso. Las noticias nos dan cuenta de que esos asentamientos existen dentro de nuestra adoradísima y sacrosanta sociedá mexicana y no sólo en los textos de escritores franceses. Camaradas, comparen al aplauso que le daba la aglomeración de honorables ciudadanos a unos niños desnudos corriendo con la venta de ancianos que describe Vian.

Las buenas conciencias nos han dicho que está mal humillar a los niños pequeños Son esas buenas conciencias las que abogan por la implementación de la pena de muerte y si acertaron en lo primero, no veo por qué no en lo segundo. Propongo que se instale un cadalso en el zoócalo para presenciar las decenas de ejecuciones como espectáculo mientras patinamos felizmente sobre hielo. Es más, hasta se podrían rifar látigos y brasas para torturar a los malos. Y, para finalizar, podríamos coronar los asesinatos conforme a derecho con una orgía al estilo romano en la que nos sirvan los restos de los temibles y feos delincuentes.

Ya le mandé mi cartita a Manlio Fabio para que lo proponga en el senado (o en la cámara de diputados, donde sea que trabajé con tanta dedicación al pueblo de México). Espero que aprueben la ley, no puedo aguantar más para conocer la antropofagia. Mis representantes del PRI y del PVEM han mostrado simpatía por ese gran paso en la impartición de justicia. Algunos rijosos, que seguramente son amigos de los malos, han sugerido que el sistema no es lo suficientemente capaz como para establecer una pena tan fuerte. Es posible que no sea muy eficiente o eficaz, pero afortunadamente el senado de la república ve por mí.

Camaradas termino aquí la entrada. Ya sé que está un poco enojada para ser inicio de vacaciones, pero había querido escribir algo del estilo desde hace unos días. La próxima será probablemente sobre alguna película o algún disco. Buen día.

Monday, October 27, 2008

Filípica contra altares


Camaradas, aquí está la primera entrada de este nuevo blog (nueva cuenta, mejor dicho). Como tarda mucho en cargar blog.com e incluso a veces no carga he decidido cambiarme. Si queiren ver entradas anteriores aún está y estarán disponibles en http://exapetatero.blog.com. Aprovechando la cercanía con el undécimo mes del año y todo lo que eso implica, decidí subir un texto escrito por el señor Guillermo Sheridan. Por cierto, buscaré alguna forma de mejor el formato de esto. (La falta de sangría en el texto es alguna gracia de blog.com y el proceso de copiar-pegar, pueden verlo en "El encarguito" o en algún archivo perdido de la página de Letras Libres)

Lo confieso: aborrezco el día de muertos. Encuentro las calaveras de azúcar tan desagradables como las humanas, ese cascajo del rostro. Como decoración son feas, como alimento son veneno y como memento mori son ineptas. Me negaría a comer "filete de occiso" o "ensalada de finado", entonces ¿por qué pan de muerto? La flor de cempasúchil me parece horrible: es la antiflor, un margaritón obeso de color industrial. El copal me produce asco: seguramente la Coatlicue lo usaba como desodorante. Me irrita que, a nombre de una dizque tradición, por lo menos parcial, proliferen pésimos versitos; que se inscriba a los niñitos en la necrofilia; que los disfracen de autopsia; que los ingresen a la abominable secta xipe totec y que les enseñen a creer que "la vida no vale nada" (y a obrar en consecuencia).
Los altares de muerto me parecen repulsivos, como culto y como estética: demagogia metafísica, animismo baladí, oficinas de reclamación a destiempo, ganas de subirle el colesterol a un fantasma previa identificación con foto mosqueada. Encuentro ruidoso su abigarramiento de velas hediondas, sahumerios ramplones, frutas letales, tequila adulterado, fotos y flores agónicas. No son bonitos, no los encuentro conmovedores, evocadores ni mucho menos "tiernos". Me desconcierta la esencial cobardía de suponer que los muertos sólo son recordables en fiestas tumultuarias y escenográficas. Me choca que se convoque a los muertos a que coman, beban y echen bala como partiquines del anodino drama de ser recordados.
En fin, no he coqueteado con la muerte, no tengo póster de la calavera de Posada, ni me quiero pasear con la "muerte catrina" por la Alameda, ni me refiero a ella como "la huesuda" ni la "patas de hilo", ni me río de ella, ni me la "vacilo", ni brindo por su salud.
En especial, me desagradan los sacerdotes del ritual: los que expropian ese rito tedioso y lo convierten en un ancla de su identidad a la deriva. El baba-cool de Coyoacán que expropia un andador de la plaza y grita que por ahí "sólo pasa Nuestra Madre la Muerte" mientras los clics de las cámaras hacen patria. El día de muertos es un invento de antropólogos, una excrecencia del Indio Fernández, un estremecimiento de Frida Kahlo. Promueve un turismo narcisista no por nuestras convicciones sino por "nuestras tradiciones"; la santificación laica de un día que, para sobrevivir, se convierte en espiritismo social; la avidez de una clase media ilustrada adicta a las "buenas ondas". Nada le gusta más al senti-mental que apropiarse tradiciones ajenas, salvo fingir que son suyas.
La única tradición verdadera del sentimental es su obstinación en preservar tradiciones que, de serlo realmente, poco necesitarían de su fervor: un fervor —diría Cuesta— no porque vivan esas tradiciones, sino porque se preserven. Porque procurar ser ilustrada, racional, científica y sacar de la superstición al pueblo le sería una tradición más propia que la de alimentar difuntos. A fin de cuentas, se ha educado en un racionalismo que viene del XVIII mientras el día de muertos es un apartado contracultural de los sesenta. Pero, aburrido o apenado de su catolicismo, el sentimental decide que la calaca es la neta y prefiere comulgar con pan de muerto: al poner su altar no invierte una fe, práctica una nostalgia.
El gobierno mismo de la ciudad "preserva la tradición" inaugurando una nueva: con dinero del erario institucionaliza su propensión a venerar todo lo que esté difunto. Extraña que un gobierno de izquierdas ("¡Se ve, se siente, La Muerte está presente!") entre al mercado de darle opio al pueblo. Lo hace, claro, no porque la fiesta sea religiosa, sino porque es popular. Así, lo popular vale para el gobierno aunque descanse en convicciones impropias de un gobierno (sostener que los muertos vienen a comer pancito) y, para el caso, hasta de lo popular (la muerte es nuestra amiga: muramos o matemos).
El gobierno dirá que preserva una tradición. Pero ¿es función suya hacerlo y, para el caso, elegir unas sobre otras? El fraude electoral era una tradición pero, salvo los tabasqueños, nadie quiere preservarla. El día de muertos califica en cambio porque, como nos enseñaron los extranjeros, es magic, fotografía bien y es tan auténtico que vale la pena blandirlo contra las falsas tradiciones. No extraña pues que el PRD, último guardián del nacionalismo y avatar postrero de la Revolución Mexicana, recicle una fe religiosa como una hazaña cultural. Que en su centro palpite una fascinación medieval con la muerte y que consolide el culto a la resignación y a la fa-talidad es lo de menos: con la prótesis del presupuesto, el gobierno medra con la "identidad nacional", esa cosa que sólo existe para sentirse amenazada.
El altar gubernamental a los muertos se levanta hoy sobre esos ábacos de calaveras que exhibían los aztecas para celebrar su poder y amedrentar a quienes se resistían a sus políticas (y a sus propios rituales)... En fin, que una vez más, querido Hegel, lo que más enseña la historia es que no aprendemos de la historia. -



 Camaradas, me retiro. No estoy de acuerdo con todo lo que dice Don Guillermo en este texto (en especial sobre el pan de muerto, que es bueno). Espero que les den los dulces que pidan este jalogüín. Buen día.